Fue sencillo contactar con “el hijo de puta que todos llevamos dentro”. Sin embargo, una vez realizado el contacto, sobrevino la gran sorpresa: “el hijo de puta que yo personalmente llevo dentro” era alguien con mas empleos (ademas de ser mi hijo de puta) y no se dedicaba exclusivamente a mí, no era solo mi hijo de puta. Cuando lo supe no pude disimular un cierto punto de decepción. Según parece, compartía las tareas relacionadas conmigo y como dentista. Así me lo dijo por teléfono, y por esa razón tuve que esperar unas semanas hasta que esta abstracción psicológica se puso concretamente ante mis ojos en el centro.
Por lo visto, “El hijo de puta que todos llevamos dentro” y que a mí me corresponde, se llama Margarito Jimenez y tiene familia en Puebla, en donde según parece estudió la carrera universitaria. Es un hombre de mediana estatura, calvo, casado, padre de seis hijos y coleccionista de sellos usados (“porque los nuevos son más caros”, según sus propias palabras). Como he dicho, es dentista de segunda profesión (o de primera, que eso no me quedó claro), y de entrada no me produjo ninguna impresión especial, sino más bien lo contrario. Me pareció un mamarracho insignificante. En el transcurso de la conversación, sin embargo, se manifestó verdaderamente como lo que se suponía que era: un auténtico hijo de puta.
-Cuántos cigarros se fuma despues de tener relaciones sexuales?
No lo hago muy seguido. Como soy feito y calvo no le llamo la atención a las mujeres, y esa es una de las razones por las que soy tan cabrón. No lo hago, ya le digo, y eso me produce un coraje tremendo que intento direccionar hacia la planificación de venganzas individuales y colectivas y que se transforma en algo tan gratificante para mí y fatal para mi familia que está prácticamente desestructurada. Este verano, por ejemplo, he alentado y asesorado a algunos pirómanos poblanos amigos míos. Si no cojo yo, que no coja nadie, como vez...
-Ultimo libro, último disco, última película.
Leo poco, entre otras cosas porque entre mis tareas como dentista y mi dedicación como hijo de puta me dejan poco tiempo libre. Como estoy desarrollando para usted una personalidad lo más lamentable posible, los últimos libros que he leído son “Historia universal de la infamia” y “Del asesinato considerado como una de las bellas artes” para ver si le meto de verdad ideas asesinas y le saco esa propensión a la fraternidad universal que ya está más trillada que las canciones de Paulina Rubio. Cuando usted eligió llamarse Grillo fue en parte porque yo se lo recomendé, aunque usted creyó que era una de sus ideas intelectualmente geniales. La música la detesto, y el cine, regular, excepto el porno. Tengo toneladas de películas de porno duro, y zoofilia. Me encantan las ovejas, y algo menos las cabras, pero también.
-Virtud y defecto que le definen.
Soy un hijo de puta integral y profesional. No tengo virtudes y acaparo todos los defectos. Hablo fatal y me lo paso chingon, aunque no cojo, como le decía.
-¿Un pesimista es un optimista informado?
Y yo qué sé. Convendría que fuera usted quitando esta estúpida pregunta del cuestionario porque, si se ha fijado, nadie sabe qué responderle.
-Lo que más le gusta de las mujeres.
Hacerles manchadeses y que lloren mucho... Ja, ja, ja... A mi mujer la traigo en salsa. Si no hubiera tenido la precaución de haberle impedido que estudiara hace unos años un curso de auxiliar de enfermería por correspondencia, ya se habría separado de mi. Ahora ya no puede porque es vieja y fea, consume telenovelas a todas horas y se ha acomodado a vivir de mí, es decir, de la gorra.
-Lo que más le gusta de los hombres.
Esa capacidad innegable de hacernos las víctimas. El machismo lo considero un verdadero placer, un estilo de relación sexista lleno de posibilidades y matices. (El rostro se le tiñe de una cierta sensación de melancolía). Hace unos años fui “hijo de puta que todos llevamos dentro” de un camionero de Guadalajara y nos íbamos juntos de peda de vez en cuando. Con ese sí que hice buenas migas.
-¿Ha pensado alguna vez en el suicidio?
Eso aliviaría la vida de varias personas, y especialmente la suya, sr. Grillo. Por tanto no he pensado jamás en el suicidio. Aliviar, lo que se dice aliviar, que la gente se alivie en el baño. Quiero joder la vida de mis semejantes ya que no "jodo" mucho en la mía... Je, je, je...
-Su ideal de felicidad personal.
La que le acabo de decir.
-Su opinión sobre el siglo XX.
Me encantó. Me sentí cómodo siempre, y admiré a los grandes hombres que lo condujeron y lo hicieron posible.
Una triple pregunta para terminar, si me permite la excepción. ¿Es algo normal el que “el hijo de puta que todos llevamos dentro” tenga otra profesión paralela? ¿Desde cuándo usted trabaja para mí?, si se puede llamar así a nuestra relación. Y, por último: ¿Cómo ve usted mis progresos en el terreno de la “hijo putez”?
Sí, es normal. Ser hijo de puta en activo, como ser político, es algo que dura poco tiempo y hay que pensar en el futuro. Ser constantemente un hijo de puta desgasta mucho, y siempre tiene uno la tentación de empezar a ser bueno, y todo eso. En mi caso, mi segunda profesión de dentista me permite también ejercitarme en ambas. Primero porque doy unos sablazos que hace temblar a la gente, y segundo porque con la anestesia hago lo que me da la gana y mis clientes sufren de lo lindo. No debe usted sentirse mal por saberse compartido, y si se siente mal, es porque le gustaría tenerme más tiempo a su disposición. ¿O no?
En segundo lugar, trabajo para usted desde que en unas navidades en casa de su abuela, donde decidió usted quemar con una lata de spray, el juego de baño que con tanto cariño le habia hercho su prima a su abuela.
Por último, en cuanto a lo de sus progresos le diré que son evidentes, como saben perfectamente las personas que no le quieren. Las que le quieren no podrían verlo nunca.